Cuba no exporta a Venezuela un solo producto, tampoco le transfiere un solo bien de tecnología y, mucho menos, tiene inversiones en algún sector de la economía que le represente algún beneficio al país receptor.
Por el contrario: es de sobra conocido que la Venezuela chavista, rentista y monoproductora de petróleo reemplazó a la exUnión Soviética en su gigantesco subsidio a la vetusta y anacrónica economía cubana (5 mil millones de dólares anuales), quintuplicándoselo (25 mil millones de dólares, según fuentes conservadoras) a través del suministro de 125 mil barriles diarios de crudo de los cuales Cuba remata la mitad a precios de mercado, le emplaza y financia refinerías, le modernizó su colapsado sistema eléctrico, le construye planes de viviendas que alcanzan urbanizaciones enteras, hospitales, escuelas, carreteras, puentes y participa en el programa de remodelación de la Habana vieja, joya de la arquitectura colonial caribeña que el castrocomunismo redujo a escombros.
No se piense, sin embargo, que Cuba no paga. Cuba si paga, pero…!cosa más grande, caballero!…paga en especies… especies que pueden ir, desde su participación en una eficiente red de espionaje y control de la ciudadanía (que replica a los CDR) a través de las llamadas misiones, asesoramiento y presencia en la reorganización de los cuerpos de inteligencia y seguridad del estado dirigidos ahora a vigilar y reprimir a opositores y a los infaltables agentes de la CIA y de otros imperios, injerencia en la ideologización y entrenamiento de la FAN para reconvertirla, de una institución profesional, académica y apolítica, en otra comunista, irregular y guerrillera, así como en los nuevos diseños de cedulación de ciudadanos y registros de compraventa de propiedades que ponen en mano del castrochavismo una información valiosísima a la hora de establecer a quién presionar por motivos políticos y cómo.
Pero no termina en estas minucias el “gran negocio” que el control de Venezuela, a través de sus aliados chavistas, ha ido “tallando” el minicolonialismo cubano en estos últimos 14 años, y que deriva en ingresos que los hermanos Castro y sus herederos jamás soñaron en sus delirios de conquistadores de papel que rodaron por el mundo exportando una revolución inviable que los llevó al congelamiento de la propia.
Así, es archisabida y denunciada, su participación con empresas de maletín en la importación de gigantescas cantidades de alimentos para suplir el siempre desabastecido mercado venezolano después de la quiebra quirúrgica de la agroganadería nacional pública y privada, la compra de insumos y equipos industriales para las empresas del Estado (que ya se cuentan de a miles) que luego son revendidos a precios escandalosos, y su intermediación en la compra de material bélico a proveedores sin tecnología de punta como Rusia, Bielorrusia y China que es otra de sus grandes tajadas.
Hay mucha corrupción en Venezuela, y los cubanos lo saben, la auspician y la graban. Es otra de sus formas de dominación, aparte de la ideológica y la legendaria, y la que puede perfectamente utilizarse, tanto contra las víctimas, como contra los victimarios, pues llegado el momento se le puede decir o insinuar al ministro o al funcionario cuál que las cosas no son como él cree, sino como grita este funcionario hosco y extranjero que porta un cartapacio de papeles, cintas grabadas o videos en la mano.
Dato que traemos a colación para contribuir al despeje de una de las incógnitas que se plantean hoy en centros académicos, cancillerías, agencias de seguridad, e investigaciones mediáticas de todo el mundo y que se reduce a la pregunta:
¿Cómo es que un país con un gigantesco ingreso petrolero producto del último ciclo alcista de los precios del crudo (2004-2009) lo dilapida financiando a una economía destartalada, en quiebra y en ruinas (dándole, de paso, vida artificial a una de las dos dictaduras stalinistas sobrevivientes del diluvio de la caída del muro de Berlín y del colapso de la URSS) se convierte en colonia de los subsidiados, de los mantenidos y lejos de trasmitirle a Cuba algunas de las bondades que aun le restan al sistema político venezolano, termina copiándolo en casi todas sus aberraciones?
Interrogante que no tiene una, sino muchas respuestas, y entre las cuales, la seducción, entrega o rendición ideológica es una de las más socorridas por lo que tiene de freudiana, gótica y críptica, y en muchísimos sentidos referenciable a fenómenos históricos del siglo XX como el culto a la personalidad de caudillos como Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, la dinastía Kim en Corea del Norte y de los Castro de Cuba, los juicios de Moscú y las confesiones de sesgo inquisitorial y torquemádico que tanto asombraron y espantaron al mundo.
Y es cierto que no cuesta imaginarse la fascinación en un grupo de adolescentes tardíos como fueron los que se acercaron a Chávez en su carrera hacia el poder, sin ninguna formación ideológica y escasa práctica revolucionaria, pero curtidos de dogmas simples y escolares, cuando se encontraron con las leyendas de la revolución cubana, con los “héroes” que habían resistido a un imperio, el yanqui, para entregarse a otro, el soviético, a cambio de la destrucción de su país, envejecidos pero de pie, ochentones pero activos y prestos a dar y recibir.
Es fácil explicarse la “rendición” o “entrega” ante aquellos hombres que no solo ellos, sino las supersticiones históricas del siglo XX, habían santificado y transformado en dioses de un Olimpo en ruinas es verdad, pero Olimpo al fin.
Habría que imaginarse, en definitiva, a un teniente coronel, Chávez, fracasado en todo, menos en la conquista de la ingenuidad de sus connacionales que lo eligieron presidente y eran los responsables de que estuviera ahora viendo de frente al fundador y héroe máximo del comunismo cubano.
En otras palabras, que los primeros pasos para la invasión, para la repetición de la “fábula del tiburón y las sardinas”, para el inicio de una alianza, cooperación o hermandad en la que, aquellos que le compraron poder, experiencia y veteranía a los otros, terminaron siendo dominados.
Porque Chávez podía tener todo el petróleo y los petrodólares que quisiera, pero sin la “sabiduría” de aquellos viejos zorros cruzados con lobos que llevaban 40 años gobernando, en condiciones muy precarias pero gobernado, sin el concurso de aquellos leones viejos y desdentados pero experimentados que habían resistido a todos los imperios, era imposible que el chavismo sobreviviera.
Se vio en la manera cómo los cubanos se involucraron en la “limpieza ideológica” de la FAN aprovechando los errores de la oposición en la intentona del 11 de abril del 2002, en la toma de PDVSA después del fracaso del paro petrolero en el mismo año, en la reconquista del electorado, vía las misiones, cuando la clase media y los sectores populares empezaron a distanciarse de la revolución, y last, but not least, en el emplazamiento del eficiente sistema electoral fraudulento que se ha convertido en un sucedáneo del G-2 y la NKGB para imponer y legitimar el neototalitarismo, en los tiempos post Guerra Fría cuando el triunfo de las democracias constitucionales y del capitalismo contra el comunismo, sacaron de juego a las guerrillas, las insurrecciones populares y golpes de estado para la conquista del poder, pero no a los marxistas que se disfrazaran de demócratas, participaran en elecciones y las ganaran, para ir despellejando, comiéndose de a poquito a la democracia desde adentro.
Zaga, parábola, o épica de lucha, conquista y mantenimiento del poder a cuatro manos con vocación de permanencia y eternidad, si dos de las cuales, no estuvieran pensando en una dinastía familiar por la que los gerentócratas cubanos, Fidel y Raúl, sueñan con traspasarle el poder a algunos de sus hijos curiosamente apartados del examen público, pero, cuenta algunos, que muy involucrados en las decisiones de Estado hoy día.
En otras palabras, que algunos de los misterios que discurren en las actuales relaciones cubano-venezolanos podrían aclararse si pensamos que los primeros piensan para el largo plazo y los segundos para el corto, unos en términos de dinastía y otros en términos de elecciones.
Tesis, o afirmación que nos llevaría en directo a la tragedia de Hugo Chávez, quizá separado del poder por los cubanos y sus aliados venezolanos porque era el único líder del proceso que brillaba con luz propia, había calado hondo entre los sectores más pobres de las masas nacionales, con un prestigio internacional por su política exterior dadivosa, narcisista e histriónica y empeñado en ser el sucesor de Fidel como líder de la revolución mundial.
Todo lo cual, es conocido, le daba dolor de dientes a Raúl Castro, quien nunca le tuvo simpatías a Chávez y se reía cuando el viejo Fidel y su pupilo bolivariano planeaban hacer de Cuba y Venezuela un solo país y con una presidencia anual y protémpore.
“Un año gobernará Fidel los dos países, y otro Chávez” decía el hoy desaparecido canciller Pérez Roque, y aplaudía otro desaparecido, el vicepresidente, Carlos Lage.
Hechos que nos llevan a otros espeluznantes, como es la mudanza del gobierno de Venezuela a La Habana desde que a Chávez se le diagnóstico un cáncer el 10 de junio del 2011, se le mantiene cautivo en la isla con el pretexto de las 4 operaciones que se le han hecho, y a raíz de la última, desaparecido y sustituido en la presidencia por los títeres, Maduro y Cabello, que a lo mejor no saben de la hábil maniobra a que se han prestado para que Raúl, el enemigo de Chávez, no se muera sin pensar y decir que fue el auténtico heredero de su hermano, Fidel.
Pero más allá de eso es posible que Maduro y Cabello se hayan tropezado con un problema de política real: en este momento sin Chávez y el apoyo de los colonialistas cubanos solo durarían meses, quizá semanas, en el poder.
MANUEL MALAVER
malaver.manuel@gmail.com